ANIMALES Y PLANTAS EN EXTINCION
 

 

  Generalmente, cuando se habla de la extinción de animales, se piensa únicamente en aquellos animales que pertenecieron a la época prehistórica, olvidando en muchos casos a los animales con los que contamos en la actualidad y que están en peligro de extinción.

Por esta razón, las autoras han decidido dar a conocer por medio de este sitio la problemática, importancia y consecuencias de este fenómeno sobre el ecosistema.

En la actualidad, existen algunas personas que se han preocupado por la extinción de animales, y han formado criaderos para preservar algunas especies.

El tigre que va y viene por su jaula y el oso polar que chapotea en su pequeño charco en el zoológico quizá se conviertan pronto en los últimos representantes vivos de su especie. Junto con otros favoritos del zoológico, como el orangután y el gorila, los tigres y los osos polares están amenazados de extinción -de total desaparición como especies vivas- a menos que el hombre salga en su defensa con medidas protectoras.

En todo el mundo, en zonas vírgenes que se reducen constantemente, los animales salvajes están librando una batalla contra los estragos causados por el hombre. Desde los gorilas de África central y las vicuñas de los Andes, hasta los canguros de Australia y las ballenas de los mares abiertos, en todas partes hay animales cuya supervivencia está pendiente de un hilo.

Aunque en la mayor parte de este sitio se ha dedicado a los animales en peligro de extinción, se debe tomar también en consideración algunas especies vegetales amenazadas, a las cuales hasta hace muy poco generalmente se les ignoraba. La adopción de medidas tendientes a salvar las especies vegetales y animales es de primordial importancia para las generaciones futuras y para la nuestra.

En los últimos años, el índice de extinción se ha acelerado a causa de las actividades desarrolladas por el hombre.

Confecciona su ropa y construye casa para protegerse. Embalsa ríos, desbroza selvas e irriga desiertos para fines de cultivo y para la cría de ganado.

Estas actividades cambian el ambiente de manera que las plantas y animales autóctonos deben adaptarse, emigrar o morir. En este sentido, el hombre compite con la vida silvestre en lo que respecta a los productos de la tierra y los mares. Más aún, para proteger sus cultivos y sus animales domésticos, matan a otras especies que pueden comerlos o competir con ellos.

Se considera que el hombre prehistórico ha sido causa de la extinción de algunas especies de los mayores mamíferos norteamericanos que existían entonces. Los grandes mamuts de la Edad de Hielo, los enormes perezosos de tierra, y quizás hasta los caballos salvajes de las llanuras se extinguieron cuando el hombre, el cazador, llegó al Nuevo Mundo procedente de Asia hace más de 20.000 años. Esos animales pasaron por todas las adaptaciones necesarias para sobrevivir entre tigres de dientes de sable y lobos gigantescos. Pero no pudieron adaptarse al hombre y a sus técnicas de caza.

Con el desarrollo de la agricultura y la domesticación de los animales, hace aproximadamente 12.000 años, aumentó seriamente la amenaza para la vida silvestre. A medida que la población humana creció y se dispersó por todas partes, se registró una declinación en la totalidad de los animales salvajes y un aumento de la tasa de extinción de las especies.

MAMÍFEROS AFECTADOS

Ciertos tipos de animales, y los que viven en determinadas zonas, parecen particularmente vulnerables a la amenaza de extinción.

De todas las especies que se extinguieron desde el año 1600, unas 40 eran de mamíferos. De esas cuarenta, casi todas vivían en islas, especialmente en el Caribe. Las actividades directas del hombre no fueron las causantes de la extinción de esos animales. Fue la introducción, iniciada en la época de Colón, de especies competidoras, ratas, perros, y gatos domésticos. Esas nuevas especies contendieron con éxito con las nativas y las exterminaron.

Entre las zonas continentales, Australia, el continente insular, encabeza la lista con cinco especies extinguidas. Sorprendentemente, ninguna especie de mamíferos de América del Norte se extinguió por completo en los últimos 400 años. El visón de agua de la costa noreste, que parece haber sido exterminado para extraer su piel antes de 1900, y el alce Merrian del sudoestese citan como especies ejemplares locales de las especies corrientes de visones y alces.

En los últimos 400 años desapareció el 1% de las especies vivas de mamíferos. Quedan ahora unas 4.000. No obstante, se considera que más de 120 de estas especies, o sea un 3% corren peligro de extinguirse. Muchas se encuentran en islas, especialmente en las de Indonesia y Madagascar.

ESPECIES DE AVES PERDIDAS

Para las aves existe la misma pauta que para los mamíferos. De las casi 8.700 especies de aves que existían en 1600 se han extinguido 94. Entre las especies vivas, 187 corren actualmente cierto tipo de peligro. También, en este caso, las islas son las más afectadas: Nueva Zelanda, Madagascar, Guadalupe (México), Rodrigues (océano Índico), las Antillas y las islas Hawai perdieron varias especies.

En América del Norte las extinciones más trágicas fueron las del periquito o cotorra de Carolina (Conuropsis carolinensis) y la de la paloma viajera (Ectopistes migratorius), cuyo último representante murió en el zoológico en 1914. Ambas especies existieron originalmente en cantidades tan grandes que oscurecían el cielo cuando migraban.

MUCHAS ESPECIES DE AVES ESTÁN AMENAZADAS

Aunque casi toda la publicidad en los últimos años se ha referido a animales en peligro, existen también muchas especies vegetales susceptibles de extinguirse. En realidad, 20.000 especies, o sea cerca de 10% de las plantas con flores, corren ahora cierto riesgo, y una vez más el hombre y sus actividades representan la mayor amenaza. Se ha introducido en las distintas zonas nuevos animales y plantas que han dominado a las especies nativas. También se desbrozan superficies cada vez más extensas de tierra para dedicarlas a la agricultura, destruyendo la vegetación nativa.

Si se permite que esas especies vegetales amenazadas desaparezcan de la tierra, esto podría acarrear serias consecuencias para la humanidad. Algunos hombres de ciencia consideran que la desaparición de esas plantas podría ser más importante que la pérdida de las especies animales en peligro.

De las plantas se extrae gran cantidad de medicamentos, y es muy probable que algunas de las especies vegetales amenazadas contengan compuestos químicos de suma utilidad para la medicina. Otras quizá podrían ser importantes para la economía, como cultivos alimentarios, árboles para la obtención de madera o directamente como plantas ornamentales de jardín. Puesto que unas pocas de estas plantas han sido protegidas por su posible uso medicinal, y puesto que es imposible establecer cuáles pueden ser las necesidades futuras en materia de cultivos, es importante mantener vivas estas especies amenazadas.

Entre las plantas, como entre los mamíferos y las aves, las especies isleñas son las más susceptibles de extinguirse. En muchos casos, en una isla solitaria se encuentran plantas que no existen en ninguna otra parte del mundo. El hombre, al introducir animales herbívoros, especialmente cabras, ha destruido casi por completo la vegetación autóctona de varias islas. De esta forma extinguió gran cantidad de especies vegetales, y muchas otras se han vuelto muy raras. Por ejemplo, la situación en Hawai es muy seria; se estima que el 80 % de las mejores plantas de ese estado norteamericano corren grave peligro o se han convertido en ejemplares raros.

Algunas especies selváticas han sido amenazadas y a otras se las considera ya en peligro o extinguidas. Entre esas plantas de selva se encuentran varias especies de orquídeas del Brasil y la India, así como un azafrán autóctono de Chile. Los cactos del sudoeste de los Estados Unidos también corren peligro. Alrededor de un 26 % de las especies están amenazadas.

A causa del creciente riesgo a que están sometidas las plantas y el interés cada vez mayor que despiertan en los conservacionistas, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales (UICN) se propone dedicar un tomo del Red Data Book (el libro rojo de datos) a las plantas con flores. Sin embargo, este proyecto es relativamente nuevo y tardará muchos años en quedar completado.

CLASIFICACIÓN DE LAS ESPECIES AMENAZADAS

Muchas especies vegetales y animales están amenazadas por la posibilidad de extinguirse. Sin embargo, el grado de amenaza varía. Por ejemplo, una especie con menos de 50 sobrevivientes conocidos que viven en una zona pequeña, está en condiciones mucho más críticas que otra con 5.000 individuos dispersos en varias zonas.

Se han establecido cuatro categorías para indicar el grado en que las especies se ven amenazadas de extinción. Estas categorías son:

1.- En peligro

2.- Raras

3.- Escasas

4.- Indeterminadas

Especies en peligro. Se considera que una especie lo está cuando su cantidad es tan reducida o su hábitat natural es tan pequeño que probablemente desaparecería para siempre si no se le prestara especial protección. El lobo marsupial o lobo de Tasmania (Thylacinus cynocephalus) está entre estas especies. Es un marsupial (mamífero con bolsa) con cuerpo semejante al perro y costumbres parecidas a las del lobo. En un tiempo vivió en Tasmania y gran parte de Australia. Su desaparición de Australia se debió probablemente a la competencia con los dingos y los perros domésticos. También fue cazado y muerto por los pastores de ovejas. Gran parte de su hábitat fue destruido, y el moquillo, enfermedad contagiosa de los perros y otros mamíferos, contribuyó en gran medida a reducir el número de los que quedaban a principios de 1900. Aunque todavía se han visto unos pocos en los últimos años, y algunos perduran en las partes más salvajes y remotas del oeste de Tasmania, nadie sabe cuántos lobos de Tasmania quedan vivos... si los hay. Este animal nunca se multiplicó en cautiverio, y el último espécimen que quedaba en el zoológico murió en 1933.

La foca monje india (Monachus tropicalis) y la foca monje común (Monachus monachus) son también especies en peligro. Desde 1962 no se han encontrado ejemplares vivos de la primera, que posiblemente está extinguida. En cuanto a la especie común, quedan menos de 500.

Especies raras. Las especies raras están amenazadas por problemas iguales a los de las especies en peligro. Es decir, su número es reducido o viven en zonas tan reducidas o en ambientes tan insólitos que podrían desaparecer en muy poco tiempo. La diferencia entre ambas categorías es sólo de grado.

La foca monje hawaiana (Monachus schauinslandi) constituye un ejemplo de especie rara. Sólo se encuentra en seis pequeñas islas situadas hacia el noreste de las islas Hawai. Probablemente no existan más de 1.500 de esas focas. Fueron aniquiladas a fines de 1800 por los cazadores que buscaban su grasa, y se extinguieron casi totalmente. Se las protegió a partir de 1909, y su número fue aumentando lentamente hasta alcanzar su actual nivel.


foca monje

Lamentablemente, ni siquiera el hecho de detener la mantaza bastaría quizá para salvar a estas focas. Si se las perturba en las playas donde tienen a sus crías, las madres se lanzan al agua. La mayoría de los cachorros que dejan atrás muere. Con todas las focas monje concentradas en esas pequeñas islas es fácil de entender cómo una catástrofe local. tal como un derrame de petróleo en el agua, podría aniquilarlas. Existen unas pocas en cautiverio, pero nunca tuvieron cría.

Especies escasas. Las especies clasificadas como escasas todavía se encuentran en cantidad suficiente para asegurar su supervivencia. Sin embargo, su número se ha reducido considerablemente en comparación con el pasado reciente y continuará declinando. Esta declinación continua es lo que más preocupación causa. Los animales de esta categoría pueden pasar rápidamente a la de rara o en peligro. El addax (Addax nasomaculatus) de África septentrional es un miembro de la familia de los antílopes. Es originario de las zonas desérticas que abarcan de Egipto a Mauritania. Este animal ha sido perseguido en forma tal por los cazadores, que los que viven dentro de sus límites primitivos no llegan a 5.000. Se los alejó de Egipto a partir de 1900 y también fueron eliminados en Túnez. No se sabe si hay algunos en Libia, en el ex Sahara español, Argelia o Sudán. Sus últimos baluartes aparentemente están en Mauritania y Malí, donde también nativos nómadas los cazan para secar su carne como alimento. La cantidad de antílopes addax sigue disminuyendo. Si la población continúa declinando durante mucho tiempo más, la especie se extinguirá. Sin embargo, si cesara ahora su caza quedarían suficientes animales y un hábitat lo bastante amplio para que la especie sobreviviera.


Addax

Especies interminadas. Se denomina así a la cuarta categoría de especies amenazadas. Incluye las que están aparentemente en peligro. Sin embargo, no se dispone de suficiente información para poder hacer un cálculo seguro sobre su situación.

Estas especies incluyen al armadillo de tres bandas (Tolypeutes tricinctus) del noreste de Brasil, cazado por su carne; el conejo de orejas cortas (Nesolagus netscheri) de Sumatra, que ha ido desapareciendo a medida que se talan los bosques con fines agrícolas; el perrillo mexicano (Cynomys mexicanus), al que matan para alimento cuya hábitat está siendo invadido por la agricultura, y al tapir norteño (Tapirus bairdi), cuyo hábitat está siendo también destruido por el hombre.

Generalmente, cuantos más datos se obtienen sobre una especie indeterminada, su condición cambia a la de una más amenazada. La situación del manatí (Trichecnus inunguis), cuya imagen aparece a inicio de esta página, es conocida como vaca marina de agua dulce, era considerada indeterminada en 1966. Dos años después fue determinada y pasó a la categoría de en peligro. Cazado por su carne, está clasificado ahora entre las especies más amenazadas. El leopardo de las nieves (Pantera uncia) siguió el mismo orden de indeterminado en 1968 a en peligro en 1970. A este animal se lo busca por su tupida y hermosa piel.

El "Libro rojo de datos". En 1966, La UICN publicó un volumen informativo de hojas reemplazables dedicado a la situación de muchas clases de animales. A medida que evoluciona la condición de éstos, se envían a los suscriptores nuevas páginas. Las rosadas están dedicadas a las especies decididamente amenazadas. Las verdes se refieren a las que estuvieron anteriormente en peligro, pero que se han recuperado ahora, y ya no se las considera amenazadas. Lamentablemente, el libro cuenta con muy pocas páginas verdes y el número de las rosadas continúa aumentando.

LAS 10 ESPECIES MAS AMENAZADAS

Algunas de las especies podrían desaparecer en las primeras décadas del siglo XXI. Su uso comercial está totalmente prohibido.

 Tigre de Siberia: casado por su piel. Quedan unos 200 ejemplares.
Nutria Gigante: capturado por su piel. Ha desaparecido en Uruguay y quedan pocos centenares en Argentina.
Cocodrilo del Nilo: perseguido por su piel.
Águila Imperial Ibérica: quedan unas 150 parejas en libertad. Tortuga Marina: perseguida por coleccionistas y ofrecida como curiosidad en restaurantes de lujos.
Gorila de Montaña: destinado a zoológicos, coleccionistas e institutos de antropología. Quedan unos 600 ejemplares en las montañas húmedas del continente africano.
Guacamayo Escarlata: importados por grandes cantidades por los EE.UU..
Rinoceronte Negro Africano: quedan unos 2.000 ejemplares. En los años setenta, su población alcanzaba los 65.000.
Panda Gigante: utilizados en zoológicos y apetecidos por su piel. Quedan unos mil ejemplares en todo el mundo.

Lobo Marsupial: podría haber desaparecido ya. El último ejemplar fue avistado en la década de los ochenta.

 

MOTIVOS POR LOS QUE LAS ESPECIES PASAN A ESTAR EN PELIGRO

Las especies pasan a ser consideradas en peligro por distintas razones, pero en la actualidad casi todas éstas están, directa o indirectamente, relacionadas con el hombre. Incluyen caza, pérdida de hábitat y provisión de alimento, bajos niveles de población y envenenamiento del ambiente.

Caza. Es una amenaza para toda una serie de animales. Algunos son buscados como trofeos; otros, cazados con fines comerciales. El oso polar (Thalarctos maritinus) del Ártico es buscado por los cazadores como trofeo. Mientras se lo perseguía a pie, tenía una oportunidad razonable para escapar. Sin embargo, el número de estos osos comenzó a disminuir cuando los cazadores empezaron a utilizar aviones y helicópteros para buscarlos y darles caza. Cuando el oso queda extenuado, el avión aterriza, y el cazador conquista su trofeo.


Oso polar

Los cazadores de trofeos son también parcialmente responsables de la situación amenazada en que se encuentra el tigre (Panthera tigris). Esos grandes felinos son también muertos por los aldeanos para proteger su ganado.


Pantera negra

A medida que aumenta la población humana del sudoeste de Asia, disminuye la extensión de zonas silvestres donde el tigre puede vivir a salvo, y, por ende, este felino acaso desaparezca. Los tigres de las islas de Bali, Sumatra y Java virtualmente se han extinguido y quedan unos pocos pertenecientes a las razas siberiana, china o caspiana.

Las especies corren peligro a raíz de la caza con fines comerciales. Los felinos manchados y en especial el guepardo (Acynonix ujbatus), el leopardo (Panthera pardus), el jaguar (Panthera onca), el ocelote (Felis pardadis) y el margay (Felis tigrina) corren todos peligro en distintos grados. Se los caza por su piel, por deporte y para proteger el ganado. La caza deportiva es más fácilmente controlable. La caza comercial y como defensa son más difíciles de reglamentar y más peligrosas para las especies.


Guepardo

Probablemente, los guepardos se han extinguido en la India y su número se ha reducido considerablemente en el Oriente Medio y en África. La población de leopardos ha disminuido también mucho. Hasta 1970, época en que entró en vigor una nueva legislación, todos los años se mataban muchos de estos felinos por su piel. Fue así como en algunas zonas sus poblaciones quedaron reducidas a núcleos sumamente bajos. Los felinos salvajes sudamericanos -jaguares, ocelotes y margayes- también han sido muertos para conseguir su piel. Ya han desaparecido casi de muchas regiones donde una vez vivieron, pero probablemente los sobrevivientes basten para asegurar la continuidad de la especie si se pone fin a la caza comercial.

La caza comercial es la causa directa de que muchos tipos de ballenas estén en situación de peligro. Se da muerte a esos animales especialmente para extraer aceite de su grasa, el que se utiliza como alimento humano y animal y como fertilizante. La ballena azul gigante (Balenoptera musculus) pasó a ser una especie en peligro en los últimos años, pues la cantidad que se mataba anualmente excedía el número de nacimientos. A mediados de la década de 1950 había de 30.000 a 40.000 de esos enormes mamíferos, algunos de los cuales llegan a medir más de 30 metros de largo. En los años siguientes se cazó gran cantidad de estas ballenas, y todos los años morían más de las que nacían. En 1965 se impuso una veda a la caza de la ballena azul. En la actualidad se calcula que hay unas 12.500 ballenas azules.


Ballena azul

El lobo de Tasmania y el lobo rojo (Canis rufus) se dedican al pillaje de ganado. Por esta razón han sido muertos sin piedad por los campesinos y cazadores profesionales y sus poblaciones han entrado en la categoría de en peligro.

Pérdida de hábitat y provisión de alimento. Las amenazas indirectas a los animales y plantas son probablemente más peligrosas, más difundidas y menos conocidas o evidentes que las amenazas directas, tales como la caza. La mayoría de las especies amenazadas no es cazada directamente exterminada por el hombre. En cambio, su situación de riesgo se debe a la pérdida de su hábitat o de su fuente de alimentos.    

El turón patinegro (Mustela nigripes), mienbro de la familia de las comadrejas, estaba estrechamente relacionada con el perrillo de las praderas (Cynomis ludovicianus), un roedor de los llanos. Los turones no sólo se alimentan casi exclusivamente de perrillos, sino que también viven en sus madrigueras. Puesto que los perrillos comían el pasto que necesitaba el ganado, fueron exterminados en casi toda la región nativa. A medida de que desaparecían esos animalitos, también desaparecían los turones, que dependían de ellos para comida y refugio. En los Estados Unidos deben quedar menos de 100 turones patinegros y su situación no es muy halagüeña.


Turón

Muchas especies selváticas viven bajo la amenaza de perder su hogar, especialmente las de la isla de Madagascar. Los lemures, que habitan exclusivamente en esa isla, pueden extinguirse a la brevedad porque no se les deja selvas donde poder vivir. Junto con los lemures desaparecerá también el ayeaye (Daubentonia madagascariensis)

Los ayeaye, de los cuales quizás habrán quedado cincuenta, están entre las especies más seriamente amenazadas. Esos primates especializados se alimentan de insectos taladradores, a los que detectan con su excelente oído. Roen la madera con los fuertes dientes delanteros y extraen las larvas o insectos adultos con el largo y delgado dedo mayor altamente especializado. Sin la selva y sus insectos el ayeaye no puede sobrevivir.

Entre otros animales que corren peligro de extinción a causa de la destrucción de las selvas están el orangután (Pongo pygmaeus) y el gorila de montaña (Gorilla gorilla beringei).

Niveles de población. Algunas especies se consideran amenazadas de extinción porque su número, aunque relativamente estable, es tan reducido que nunca podrán multiplicarse hasta alcanzar un nivel realmente seguro. Cualquier población pequeña, especialmente cuando todos los animales viven en una misma región, puede ser aniquilada con toda facilidad por una catástrofe, tal como una inundación o un incendio.

Un ejemplo de tales especies es la grulla blanca o grulla cantora (Grus americana) cuyo número había disminuido a sólo 30 aves en 1933. A pesar de que estaban protegidas de los cazadores y sumanemte vigiladas, seguía habiendo solamente 30 de estas aves en 1963. Aunque las grullas blancas llegaron a 50 o más desde entonces, pueden resultar demasiado pocas para asegurar la supervivencia de la especie.

Envenenamiento del ambiente. Otra amenaza a la vida silvestre que se ha desarrollado y aumentando en los últimos tiempos es el envenenamiento del ambiente. A medida que la población humana creció, se hizo cada vez más difícil producir alimentos en cantidades suficientes para nutrir a la población de la tierra. Se fueron desbrozando extensiones cada vez mayores de tierra virgen para fines agrícolas, privando de esta manera a los animales de sus refugios. Y las nuevas técnicas agrícolas han exigido el uso más extensivo de sustancias tóxicas.

Se han echado enormes cantidades de herbicidas para destruir malezas, e insecticidas para destruir los insectos, a fin de aumentar la producción y mejorar la salud humana. No puede negarse que esos productos químicos han sido de suma utilidad con referencia a la producción de cosechas y erradicación de las enfermedades. Sin embargo, muchos de esos tóxicos no se descomponen químicamente en forma rápida y permanecen en el interior o en la superficie del suelo hasta que son arrastrados a los arroyos y ríos, cuyas corrientes los llevan a los océanos.

En el agua, los microorganismos ingieren o absorben los productos químicos en pequeñas cantidades. A medida que animales más y más grandes comen esos minúsculos animales y plantas, los tóxicos se acumulan en sus cuerpos en concentraciones cada vez más elevadas. De esta manera, los animales mayores -los que están en el extremo de la llamada cadena alimentaría o cadena trófica- absorben las concentraciones más altas de veneno.

 

Por ejemplo, pequeños crustáceos ingieren algas contaminadas; luego a ellos los comen varios peces, también devorados por otros más grandes, a su vez atrapados por un oso polar. Esa progresión forma una cadena trófica. El oso polar, que está al final de la cadena, absorbe la mayor cantidad de veneno.

Algunas especies están amenazadas de extinción por los efectos de esos tóxicos. Esto es especialmente cierto en lo que respecta a las aves, muchas de las cuales están poniendo huevos imperfectos a causa de la acumulación de insecticidas en sus cuerpos. Algunos insecticidas son causa de la debilidad de las cáscaras, por lo que los huevos se rompen cuando los padres los empollan. Con el tiempo, las aves dejan de poner huevos. Las especies afectadas incluyen el pigargo de cabeza blanca o águila calva americana (Haliaeetus leucocephalus leucocephalus) el halcón común o peregrino (Falco peregrinus anatum), el pelícano pardo (Pelecanus occidentalis carolinensis) y una cantidad de otras aves.

El mercurio se utiliza para destruir el moho de los pantanos y los hongos en la agricultura e industria; también este pesado metal venenoso se ha abierto paso hasta el mar, donde se acumula en organismos vivos. En algunas zonas, ciertos peces se han vuelto no comestibles, al menos temporariamente, por la alta concentración de mercurio en sus cuerpos.

Algunos de los mamíferos de mar, que se alimentan principalmente de peces, están empezando a presentar altas concentraciones de mercurio e insecticidas. Los leones marinos de California (Zalophus californianus) y las focas de Alaska (Callorhinus ursinus) y hasta los osos polares del Ártico y los pingüinos del Antártico han sido afectados. Aunque ninguno de esos productos químicos tóxicos se ha utilizado en el Ártico o Antártico, las células de las plantas y animales del océano están contaminadas.

Los productos químicos llamados bifenilos policlorados utilizados en fluidos aislantes, pinturas, plástico y caucho, también se encuentran en el océano. Pueden ser causa de las gran cantidad de golondrinas de mar deformes que incuban actualmente en una isla situada en la desembocadura del estrecho de Long Island, entre Nueva York y Connecticut.

Los fertilizantes químicos utilizados para aumentar las cosechas se mezclan con el agua de los ríos y lagos donde fertilizan en demasía las plantas acuáticas: un proceso denominado eutrofización. Las plantas acuáticas, especialmente las algas, se multiplican hasta el punto que absorben todo el oxígeno que hay en el agua. A raíz de ello, los peces y otros animales mueren por falta de oxígeno.

El abuso de productos químicos tóxicos puede representar ahora el peligro mayor para la flora y la fauna, y hasta para el hombre. El aspecto más serio de esta situación es que aun si dejáramos hoy de usar estos venenos, continuarían dispersándose y contaminando el ambiente durante mucho tiempo en el futuro.

JAVIER CALABUIG

IES ARABISTA RIBERA