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Lunes, 21 de enero de 2002
Un libro recorre la historia de la naranja en la cultura y en la sociedad



MARÍA FABRA | Castellón

 

'Soy redonda como el mundo, al morir me despedazan me reducen a pellejo y todo el zumo me sacan'. Dice la mitología que, en el jardín de Hespérides, crecieron las 'manzanas de oro' bajo la custodia de unas ninfas, ayudadas por un dragón. Hércules fue el héroe que acabó con el guardián, entró en el jardín y se apoderó de las mismas. Aquellas manzanas de oro, al parecer, eran naranjas y ésta es una de las primeras descripciones que José López Fernández, incluye en su libro El universo de la naranja, editado por el Ayuntamiento de Castellón. Una completa recopilación, bien documentada, de la historia, sus significados, anécdotas y, sobre todo, de la implantación que ha tenido el fruto en muchos más ámbitos de los imaginables.

El primer cítrico conocido en Europa fue citado por Teofrasto, un discípulo de Aristóteles y fundador de la botánica en el año 300 antes de Cristo, según relata el autor. Sin embargo, en el texto se incluyen otras muchas leyendas, entre ellas una china, sobre el origen de la fruta que, una vez introducida en su variedad dulce, creó el gusto y la afición por el consumo de otras.

Sin embargo, tal como se explica ampliamente en el libro, la naranja y el naranjo fueron, durante mucho tiempo, destinados únicamente a la ornamentación o la condimentación. Las naranjas agrias fueron utilizadas incluso para limpiar las tripas de los embutidos en las matanzas de cerdos o para sacar brillo a los cacharros de cobre y latón.

Inicio del comercio

 

Hasta el siglo XVIII no se inició la actividad comercial citrícola en la Comunidad Valenciana. Cuenta López Fernández que fue en Carcaixent, en la partida La Bassa del Rei, donde el párroco y sus colaboradores iniciaron una plantación regular con propósitos comerciales.

Las naranjas también fueron las protagonistas de batallas festivas que, sin embargo, debieron limitarse por la cantidad de heridos que habían de ser atendidos a su fin. Además, en Navidad y en carnaval, según una costumbre que recogió Lope de Vega y que se transcribe en el libro de López Fernández, 'se daba el juego de arrojarse naranjas de ventanas a la calle o viceversa, con un significado amoroso o simplemente galante'.

Son centenares las referencias que El universo de la naranja recoge sobre la presencia del cítrico en poesías, novelas, greguerías, cuentos, leyendas, canciones y rondallas. Entre otras muchas resulta curiosa la referencia de Gómez de la Serna, ya que alude a la forma en la que se disfrutaba del manjar afirmando que 'quitar la cáscara a una naranja es como quitarle la ropa a un niño dormido'.

Sellos, etiquetas, postales y, cómo no, el Naranjito, la mascota del mundial de fútbol de 1982, son otras de las ilustraciones que se incluyen en un libro de quien ha dedicado toda su vida a la naranja, hecho que, según sus propias palabras, le ha enseñado a amarla.

 

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