Isabel II, reina de Gran 
			Bretaña, no es agricultora pero se encuentra entre los principales 
			beneficiarios de las subvenciones agrícolas: en 2003-04 recibió 
			cerca de 1.310.000 dólares en pagos agrícolas. Su hijo, y heredero 
			del trono británico, el príncipe Carlos, recibió más de 480.000 
			dólares en concepto de apoyo a la agricultura por sus propiedades en 
			el Ducado de Cornualles y la granja del Ducado. 
			La familia real de Gran 
			Bretaña no es la única beneficiaria de las subvenciones estatales a 
			la agricultura. En 2003, el príncipe Joakim de Dinamarca recibió 
			subvenciones por un importe de 220.000 dólares para su finca 
			Schakenbourg en el sur de Jutlandia. El príncipe Alberto, que reina 
			en Mónaco, obtuvo 300.000 dólares el pasado año en concepto de 
			subvenciones agrícolas. 
			En un momento en que la 
			Organización Mundial del Comercio lucha ferozmente con la 
			controvertida cuestión de las descomunales subvenciones agrícolas 
			que se conceden a los agricultores y empresas agro-industriales en 
			los países ricos y desarrollados, quedan de manifiesto las razones 
			por las que estos países con incapaces de retirar las subvenciones a 
			la agricultura. No sólo la realeza, sino también una larga lista de 
			personajes se han beneficiado de las subvenciones agrícolas; de ahí 
			la creciente resistencia a cualquier reducción significativa de las 
			mismas. 
			El hombre más rico del 
			Reino Unido, el duque de Westminster, propietario de unas 55.000 
			hectáreas de fincas agrícolas, recibió una subvención directa de 
			480.000 dólares en 2003-04, y además 550.000 dólares anuales por las 
			1.200 vacas lecheras que posee. Según las previsiones de reforma de 
			la Política Agraria Común, su derecho a la subvenciones permanecerá 
			intacto, con la salvedad de que la subvención que ahora recibe por 
			las vacas se le concederá para los pastizales que mantiene. 
			En Estados Unidos, 
			entre los beneficiarios del apoyo federal a la agricultura se 
			encuentran Ted Turner y David Rockefeller. 
			Si bien la realeza 
			encabeza la lista, ¿cómo iban a quedarse atrás los políticos? Marita 
			Wiggerthale, investigadora y activista alemana, ha revelado en una 
			ponencia (“What’s wrong with EU agricultural subsidies?, ¿Qué falla 
			en las subvenciones agrícolas de la Unión Europea?) que sólo en 
			Dinamarca, cuatro de los 18 ministros (o sus cónyuges) han recibido 
			subvenciones de la UE. Entre los beneficiarios del año 2003 se 
			encuentran la Ministra de Alimentación, Agricultura y Pesca, Mariann 
			Fischer Boel, que recibió un total de 480.000 dólares; la Ministra 
			de Educación, Ulla Tornes, 655.000 $; y el Ministro de Economía, 
			Thor Petersen, 175.000 dólares. En los Países Bajos, el Ministro de 
			Agricultura, Cees Veerman, se benefició en 2004 de subvenciones por 
			valor de 180.000 $. 
			Entre los 
			parlamentarios daneses, un considerable número, la mayoría de los 
			cuales pertenece al Partido Liberal-Demócrata de Dinamarca, percibe 
			subvenciones agrícolas. En la lista se encuentran Jens Kirk (273.000 
			$) y Jens Vibjerg (110.000 $). Pero todavía es más significativo que 
			Nils Busk Simonsen, veterano miembro del grupo liberal demócrata en 
			el Parlamento Europeo, percibiera una generosa subvención de 382.000 
			$ además de su sueldo anual. En Dinamarca, un total de 109 personas 
			y organizaciones o institutos continúan recibiendo más de 165.000 
			dólares anuales en subvenciones. 
			Las subvenciones a la 
			agricultura también se están concediendo para la investigación y el 
			desarrollo, y la mayoría de estos fondos destinados a la 
			investigación están ayudando, por supuesto, a países como Dinamarca 
			a exportar formación a los países en desarrollo como parte de los 
			acuerdos bilaterales de comercio. Por ejemplo, el Instituto Danés de 
			Ciencias Agrícolas (The Danish Institue of Agricultural Sciences) 
			recibe una subvención anual de 160 millones de dólares 
			estadounidenses. En 2003, el Danish Agricultural Centre por Advisory 
			Services (Centro Agrícola Danés de Servicios de Asesoría) recibió 
			4,8 millones de dólares. Curiosamente, el mismo año, los miembros de 
			la dirección (incluidos Peter Gaeelke, Henrik Hoegh y el presidente 
			del Consejo de Dirección, Gert Karkoz) recibieron conjuntamente 
			1.500.000 dólares de subvención. 
			En España, 300 familias 
			se embolsan la mayor parte de las subvenciones agrícolas, con una 
			media para cada uno de más de 354.000 dólares estadounidenses. De 
			ellos sólo siete de los más importantes reciben apoyos de 7.000 $ 
			diarios. 
			Es ciertamente un mundo 
			desigual, y quizás la más evidente de todas las desigualdades del 
			mundo es la forma en que se mima al ganado en los países ricos a 
			costa de varios centenares de millones de agricultores de los países 
			en desarrollo. Cuando comparé por primera vez la vida de las vacas 
			occidentales con la de los campesinos de los países en desarrollo, 
			no me di cuenta de que podía herir la sensibilidad de al menos 
			algunos economistas y responsables políticos. Se calcula que ahora 
			Europa concede una subvención diaria de 2,7 dólares por vaca, y 
			Japón lo hace tres veces más, 8 $, mientras que la mitad de los 600 
			millones de familias campesinas de la India sobreviven con 1,50 $ al 
			día. 
			En Estados Unidos sólo 
			20.000 cultivadores de algodón reciben colectivamente una subvención 
			de 10,1 millones de dólares anuales. 
			Fundamentalmente debido 
			a estas subvenciones en muchos de los países desarrollados de alta 
			renta, en el bloque comercial más rico de la Organization for 
			Economic Cooperation and Developement (Organización para la 
			Cooperación Económica y el Desarrollo) los ingresos medios en el 
			sector agrícola son más altos que los ingresos medios de todos los 
			hogares del país. En Holanda, por ejemplo, los ingresos medios por 
			familia de agricultores son casi un 275 por ciento de los ingresos 
			medios familiares, el 175 en Dinamarca, el 160 % en Francia y el 110 
			% en Estados Unidos y Japón. En la India la agricultura continúa 
			teniendo un tratamiento fiscal negativo, por lo que más del 40 por 
			ciento de la población campesina está dispuesta a abandonar la 
			agricultura en busca de trabajos como criados en los centros 
			urbanos. Los campesinos ocupan el escalón más bajo de la renta 
			nacional, y sólo figuran por debajo de ellos los trabajadores 
			agrícolas sin tierra. 
			Como en la India, donde 
			el grueso de las subvenciones agrícolas (en forma de suministros más 
			baratos) se dedican a los grandes explotaciones agrícolas, los 
			pequeños agricultores no se benefician de las enormes ayudas (unos 
			mil millones de dólares diarios) que conceden los países 
			industrializados. En Europa, sólo 2.000 grandes agricultores reciben 
			subvenciones por un total de más 60.000 $ anuales. Estos grandes 
			agricultores constituyen sólo el 0,4 por ciento de la población 
			campesina y ahora, cuando la Comisión Europea ha propuesto imponer 
			un límite máximo para los pagos directos en una cantidad que todavía 
			es seis veces más alta (360.000 dólares al año) mediante la llamada 
			fórmula de pagos únicos a la agricultura, se ha encontrado con una 
			resistencia tan feroz que ha tenido que retirar la propuesta. 
			Alrededor del 65 por 
			ciento de los agricultores europeos reciben subvenciones de menos de 
			6.000 dólares al año. Son pequeños agricultores incapaces de auto 
			mantenerse y son quienes poco a poco están abandonando las labores 
			agrícolas. En Europa, se estima que cada minuto un campesino 
			abandona la agricultura. 
			Los auténticos 
			beneficiarios de las subvenciones agrícolas en los países 
			desarrollados, por consiguiente, no son los pequeños agricultores. 
			Aproximadamente, el 80 por ciento del total de las subvenciones va a 
			las empresas agrícolas (o a los grandes agricultores ). El gigante 
			del azúcar, Tate & Lyle, recibió 404 millones de dólares en 2003-04. 
			Arla Foods obtuvo 205 millones en 2003. Sólo en el Reino Unido, 
			Nestlé recibió subvenciones anuales de 20 millones de dólares 
			estadounidenses. La compañía Danish Crown de Dinamarca consiguió 19 
			millones y 136 compañías de productos lácteos de Alemania reciben 
			una subvención de 78 millones de dólares. La lista es inacabable.
			
			A pesar de tan enormes 
			subvenciones estatales que van a las manos de los aprovechados, de 
			las gentes distinguidas, y de las grandes empresas agrícolas (eso 
			sí, en nombre de los agricultores), el hecho real es que los países 
			desarrollados no hacen serios esfuerzos para acabar con este 
			despilfarro que perjudica a los agricultores del Tercer Mundo. Pero 
			todavía peor, actúan frente a esas subvenciones (muchas de las 
			cuales como pagos directos van a “cajas negras”) como si no 
			distorsionaran el mercado y por ello quedan excluidas de cualquier 
			compromiso de reducción. No obstante, dado que esas subvenciones no 
			van a parar a los pequeños agricultores, los países en vías de 
			desarrollo tienen que luchar por su completa retirada antes de 
			permitir un mayor acceso a sus mercados. Los países desarrollados 
			tendrían que plantearse que o bien las subvenciones agrícolas se 
			clasifican en dos categorías: una dedicada a los pequeños 
			agricultores y la otra a las empresas agroindustriales y grandes 
			terratenientes, o bien, habida cuenta de que menos del 20 por ciento 
			de los mil millones de dólares que diariamente se reparten 
			benefician a los pequeños agricultores, el 80 por ciento restante 
			tiene que ser desechado rotundamente para avanzar en las 
			negociaciones sobre la agricultura. 
			Devinder Sharma es un 
			analista de las políticas alimentarias y comerciales que vive en 
			Nueva Delhi.